Dicen que
el amor llega por sí solo, un día sin más, te das cuenta que te has enamorado.
Te preguntas ¿cómo es que de repente empecé a sentir esto? Te encuentras
haciendo cosas que jamás pensaste e imaginando conversaciones y momentos en tu
cabeza, necesitando ver esa sonrisa que te revuelca hasta la más mínima fibra
de tu ser. Es bonito y está bien hasta que la realidad, mediante hechos, te estrella:
es la persona incorrecta.
He conocido a una chica que se ha
enamorado una vez y media. “Y media” porque su corazón estaba tan revuelto
que no reconoce lo que fue, pero era algo parecido al amor, algo que la llevaba
a hacer cosas por él. Ella sólo buscaba sentir algo parecido a lo que había sido la primera vez, pero falló. Es una chica que se ha enamorado de los hombres
incorrectos, de aquellos que juegan con ella, que se acercan y la lastiman. Es
una total desgracia. De estos amores sólo le quedaron unas cuantas cosas:
un cigarrillo, palillos chinos y un par de condones.
A veces
dejas que las cosas sucedan y no haces nada al respecto, aunque eso conlleve a
tu perdición. Te toca salvarte por sí solo porque después del amor incorrecto
viene la soledad y con ella los recuerdos, que más que ilusionarte, te carcomen.
Y sin
embargo, aún quieres encontrar un amor bonito, uno real, un amor correcto. Anhelas
conocer a la persona idónea para ti pero no llega, te obligas a que te atraiga
cualquiera y cuando piensas que lo has encontrado, tú no funcionas, la persona
incorrecta eres tú.
Es curioso
pasar al rol del incorrecto, comienzas a lastimar como lo hicieron contigo, inconscientemente.
Tomas lo que necesitas y luego te vas. Permaneces intermitente, un día estás y
al otro no. Evades, te aíslas, entras al juego de ser algo que no eres y de sentir
cosas que no sientes.
Entonces,
a veces piensas que dos personas que están en la misma categoría no pueden
estar en la misma línea o en la misma página, concluyes que no eres para nadie
y que no hay nadie para ti. Al menos, en esta vida.