Después de ti entendí que debo ser más compresiva, que quizás no hay que ser tan radical con los principios y que tengo que aceptar que todos podemos caer en tentaciones.
Antes de ti sobreprotegía a los míos y me encapsulaba a mi misma, hacia de mis principios reglas inquebrantables y los extrapolaba a las otras personas, limitándolos a ellos y limitándome yo. Me nublaba la cabeza al buscar la manera de evitar el daño en otros y que a su vez ese daño me afectara a mí. Si ellos salían de mi frontera me indignaba, inasequible vivir con lo que fuera.
Para mi era impensable romper alguna de esas reglas pero tu eres de esas personas que a pesar de su grosor rompe paredes y muros sin importar qué y aunque causes daño al principio, en el desenlace o al final, logras remover el mundo de cualquiera.
Es muy fácil caer cuando buscas sentirte viva.
Después de ti descubrí que todos queremos sentirnos vivos y que no importa el riesgo o las consecuencias, que lo único que vale la pena es lanzarse aunque todo esté en contra.
No puedo hacer muros sobre los muros que muchas personas se fuerzan a saltar, no soy quién, y contigo lo aprendí. No estoy aquí para evitar que otros vivan, estoy aquí para caer en tentaciones como todos los demás y eso no quiere decir que dejaría de ser buena o que no marcaría la diferencia. Mi esencia permanece y sigo siendo yo, sólo que más humana y más real.
Tú me has hecho más real.
Después de ti aprendí que hasta la persona más perfecta comete errores y que privarse de ciertas cosas no es lo más sano ni lo que te hace feliz, que no debo juzgar a la gente y que sólo hay que disfrutar.
Después de ti empecé a existir sin importar la existencia del mundo que me rodea.
Después de ti soy más calma y menos tormenta.
Después de ti soy más calma y menos tormenta.