A veces las recaídas son necesarias, aunque en realidad esto fue una resurrección.
Se siente bien volver a la vida, no estática, con todos los sentidos renovados por el amanecer.
Hablar, escuchar y ser escuchada fue parte del proceso, la comprensión siempre ha sido la esencia, la base y el motor.
Cometí uno, dos y tres errores que fueron necesarios para morir y revivir.
Sí, estuve jodida, pero he vuelto a la vida.
El caluroso abrazo de mamá me salvó, y aquellos ojos que me miraban desde lejos, que nunca vi hasta que me quité la venda, me iluminaron.
Poco a poco se me fue llenando el alma.
La vida se fue alineando, punto por punto, y tengo en mí una sonrisa, la sonrisa que aquellos ojos que me acompañan percibieron una vez.
No la perdí, sólo estaba difusa por tanta tristeza.
Ahora he aprendido que,
el equilibrio es mi mejor estado de ánimo.
Y bien,
¿Qué se necesita para la resurrección?
Fácil puedo decir: Una grata conversación con tu madre y una copa de vino con la persona correcta.