La vida se trata de puntos y rayas, de un sí o un no, de lo que está bien y lo que está mal, de dilemas. A menudo me encuentro en ciertos puntos y de ellos casi siempre nacen dos rectas...
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Aquí es cuando menciono mi palabra favorita:
Bifurcación
Desde que tengo uso de razón me he topado con dos caminos, un punto y dos rectas, sólo que lo percibo a punta de tropiezos en el camino incorrecto o cuándo ya no tiene sentido, aunque se da aún más con la primera opción.
Sé que es natural sentirme atraída por lo que parece incorrecto, saca lo mejor de mi, me pone al cien y además, todo con adrenalina lo disfruto un poco más, lo disfruto al máximo.
Esto es lo que sucede, una y otra vez aparecen dilemas y no sé qué hacer al principio, me encuentro recibiendo consejos hasta de la persona que se sienta a mi lado en el autobús, pero al final, termino haciendo caso omiso de todo lo que he escuchado y me quedo con lo que mi cuerpo, corazón o mente decida. Soy un caos.
Es probable que justo ahora esté en un dilema, enfrentando una bifurcación, quizás por eso te encuentras leyendo esto.
Un punto, dos caminos y una recta.
Un punto, dos caminos y una recta.
Con regularidad muchos de los dilemas vienen en forma de personas, una me conviene y la otra no, una es suficientemente buena y la otra no tanto, o simplemente se trata de dejarla ir o hacer que se quede, de seguir o no seguir, entro en colapso.
Una balanza, en un extremo el peso de lo que podría perder y en el otro, lo que ganaría.
No es nada fácil ser un punto cuando ambas rectas son especiales, únicas, es como estar entre la espada y la pared, no tengo a dónde ir. Es aquí cuando nace otra bifurcación, de una pueden originarse muchas, mientras más complicada, peor.
Quedarme donde ya conozco y admirar a lo lejos lo que fue o pudo ser o arriesgarme a lo desconocido.
Incontables veces me he ido por el camino aparentemente errado, pero en su momento, termina siendo el indicado. El tiempo se encarga de darme esa respuesta, y depende de mí definir si la tomo para crecer o para hundirme.
Justo ahora no sabría elegir, y se me hace extremadamente difícil pensar, confiaré en el tiempo y en el destino, hasta ahora, no me ha fallado.
Justo ahora no sabría elegir, y se me hace extremadamente difícil pensar, confiaré en el tiempo y en el destino, hasta ahora, no me ha fallado.
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