Había una vez una chica curiosa, juguetona y fuerte. Esa chica era la luna, quizás porque tenía un
lado oculto que muy pocos conocían, por no decir nadie. Aunque en realidad, sí
existían al menos dos que habían llegado más allá que cualquiera, buscaron la
manera y lograron conocer su otra faceta, sus muchas facetas. Ella dejó que
esto sucediera porque no lo podía evitar, y le encantaba, le fascinaba que por
fin alguien estuviera capacitado para llegar, para adentrarse en lo más
profundo de su ser.
Había una vez un lobo, de personalidad
ágil y astuta, sumamente sigiloso, se movía con cuidado, daba un paso y en
seguida saboreaba el próximo, con tal fuese a conveniencia, todo bien por él. En
ocasiones se vestía de cordero, arma de doble filo. Era alabado por muchos y
odiado por el triple de aquellos que lo admiraban.
La luna creía profundamente en el amor,
de hecho una vez se enamoró tan perdidamente que olvidó quién era, pero esa es
otra historia; ella podía perderse mil veces y mil veces encontrarse y así lo
hizo aquella primera vez, era capaz de eso y más. Aprendió que el amor venía
desde adentro y se veía, destacaba en cualquier lugar y de cualquier manera.
El lobo era un maestro de las mentiras,
un experto cuando el juego iba de eso, siempre salía ganador. En una
oportunidad, se convirtió en el más fuerte, el líder de su manada, todos
apoyaban cualquier cosa que tuviera que decir, hasta las boberías. Para los
demás él era el mejor y el más gracioso, nadie podía ser como él. Aunque otros lo intentaran, sólo eran una copia fiel de lo que él hacía y al final, el
poder sólo se encontraba bajo su manga.
Un día, así sin más, la luna y el lobo
intercambiaron miradas, ya se conocían de antes pero ese día comenzó todo.
eye contact
Si alguien hubiese querido saber la
definición de complicidad sólo tenía que fijarse en aquel par, empezaron una
aventura clandestina, nadie como ellos, besos en la espalda, visitas
inesperadas, miradas y sonrisas, quién se lo iba a imaginar.
A pesar de lo adrenalínico que era ese
episodio que ambos estaban viviendo, no duró mucho. Él se sentía agobiado, quería
tener el poder total sobre la luna y no podía, era la única mujer que no se
había dejado dominar, así que en poco tiempo le puso el ojo a la primera que se
le topó en las narices y huyó tras ella, sin decir una palabra a la luna. Dejó
de manera repentina las visitas, se esfumó, simplemente desapareció y no dio
razón alguna.
Para suerte de la luna, ella se
encontraba en el inicio de la mejor etapa de su vida, así que no le afectó, en
realidad no sintió ni un poco de dolor, su corazón se estaba fortaleciendo y
esto no lo iba a frenar. La luna siguió su camino, creció, creció mucho y a
medida que se volvía más grande su belleza se magnificaba.
Una tarde, la luna descubrió que el lobo
había cazado a alguien más, y para su sorpresa la chica era fruto de una de las
tantas mentiras de su repertorio. Era de esperarse, así que ella sólo se rió y
siguió avanzando.
Mientras tanto, el lobo se dio cuenta
que esta presa no era como él esperaba, no funcionó y también se alejó.
Luego de un largo tiempo, el lobo y la luna se
toparon nuevamente, de testigo la luz de las estrellas. Ella estaba disfrutando
la velada, él la miraba y de un momento a otro, comenzaron a bailar. El lobo decidió
que la quería, y haría lo que fuera para recuperarla.
Una vez más la complicidad se había adueñado de aquel par, pero
sólo había un problema, la luna ya tenía a alguien más, alguien perfecto para
ella y ella sentía que se estaba enamorando de verdad.
Al lobo no le importó y siguió con su plan, su boca se hacía agua
cada vez que veía a la luna, sus ansias de querer conquistarla lo descontrolaba, su
olor lo sacaba de su cordura y la necesitaba, realmente la necesitaba.
Por cosas de la vida ocurrió
algo que hizo que la luna y el lobo se acercaran y él aprovechó la oportunidad.
Pasaban los días y había menos distancia, el vínculo y la confianza
incrementaba, aún más que aquella vez fallida, cuando el lobo decidió escapar.
El corazón de la luna se empezó
a descontrolar, su vida estaba dando un vuelvo en ese momento y se dio cuenta
que estaba queriendo al lobo más de lo que debería, estar con él la hacía
demasiado feliz pero no podía permitir que siguiera haciéndose una realidad.
Vio en el lobo un escape, para lo que estaba viviendo con su otra persona
especial.
Regresaron las visitas
inesperadas, los dulces y la complicidad pero paralelamente las cosas empezaron
a ponerse un poco complicadas. La luna estaba viviendo dos vidas y sin que nadie
supiera, el lobo también.
La luna sabía que el vínculo
no podía avanzar y odiaba tener que alejarse pero fue sincera con él, tan sincera
que no dejaba de llorar. El lobo en cambio, le planteó dos opciones, un
ultimátum, parar de una vez o llevarlo más allá. Esto fue un estallido para la
luna, pero se dio cuenta que era el final.
Pasaron días y la luna no
dejaba de llorar, extrañaba al lobo, extrañaba su manera de quererla y anhelaba
hacerle saber que lo quería también. Cometió el error de llamarlo y él fue a
verla. Esa fue realmente la despedida, aunque ninguno de los dos se lo
imaginara.
La luna y el lobo decidieron
seguir con sus vidas, cada quien por su camino y fue cuando la luna se percató
de alguien más. El lobo estaba jugando a las mentiras, otra vez, y ella no lo
podía dejar pasar. Ella asimiló que él era un cobarde y que no era capaz de
aceptar su realidad. La historia se estaba repitiendo una vez más.
La luna decidió alejarse
definitivamente, el lobo no valía la pena y jamás dejaría de ser un lobo en
búsqueda de carnada, amante de las mentiras.
El lobo
tenía un plan, intentaba conquistar a la luna pero como lo veía más imposible
que posible, puso el ojo en otra presa, al final él ganaría, perdería a una
pero ya había pensado a quién darle su lugar. Y así fue, él decidió comenzar
una historia e hizo caso omiso de lo que pensaran.
Para el lobo todo iba bien,
más que perfecto, su presa era como siempre la había buscado. Se consideraba
afortunado, pero tampoco duró mucho. Todo se complica en algún momento y hasta
a los que se salen con la suya les pasa.
Mientras tanto la luna
estaba lidiando con sus guerras internas, de tener a la persona perfecta, y se
desvió. Ella también se complicó, se había enamorado del lobo pero el lobo nunca
lo supo.
La luna se obligó a dejar atrás
sus sentimientos y así sucedió. De repente lo veía y nada sentía, después del
querer viene el odio y luego del odio ya no sigue nada. Su corazón estaba
neutro.
Tiempo después, el lobo y la
luna intercambiaron palabras, ya no pasaba nada. Ese día la luna confirmó que
ya no lo quería y que él volvió para enseñarle que olvidó cómo quererlo.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario