martes, 28 de abril de 2020

Muerte por deseo


Ella se encuentra escuchando The Night We Met de Lord Huron cuando se sorprende imaginándose que estás allí, mirándola con ese típico toque de ternura. Te acercas lentamente y al llegar a ella, tus dedos se topan con los suyos y ella se estremece. Recorres su mano, el tacto de su piel, su hombro, su cuello y al llegar a su rostro, le colocas un mechón de cabello detrás de la oreja. Los nervios se notan, la electricidad los rodea, todo lo demás desaparece. 

De repente, la canción ya no suena, comienza Sink into the Floor de Feng Suave. Ella lo sabe, sabe lo que conlleva y tú, aprovechando esa tensión, tomas sigilosamente su barbilla y la besas. Es un beso casto, cuidadoso, delicado. Exploras para descubrir si puedes adentrarte un poco más. No hay resistencia. 

Sus labios se unen, perdiéndose el uno en el otro, tus manos quieren sentirla, hacerla tuya. Ella en cambio, no encuentra noción de lo que está sucediendo. 

Decides darle suaves besos por la mandíbula, su cuello, siguiendo el camino para terminar en la clavícula y allí, en su hombro, das un juguetón mordisco. Ella emite un pequeño gemido, se está dejando llevar. Eres su perdición, es débil ante tu presencia. Los besos se vuelven más intensos, las caricias más profundas, aumenta el ritmo de la respiración. 

Ella al aterrizar por un momento, al tomar aire se percata de la canción de fondo, I Feel Like I'm Drowning de Two Feet y jamás se había sentido tan muerta del deseo.

Te deslizas por toda su espalda hasta llegar a su alma desnuda. Ella es toda sensaciones, el roce de tu piel es lo único que necesita. El roce de tus labios es todo lo que la tranquiliza. 

Comienza Love is a bitch y en un instante, ya no son dos, sino uno. 

Dos corazones latiendo al unísono.

Tocan la puerta. La imagen se esfuma y ella se halla sola. 

Apenas se recupera logra oír lo que en ese momento se reproduce, A Soulmate Who Wasn't Meant to Be - Jessica Benko y nada puede traerla tan de golpe a la realidad como esa canción. 

Todo era producto de su imaginación. 


sábado, 25 de abril de 2020

Belleza



¿De qué sirve la belleza y la hermosura si no llega alguien digno para valorarla?

Si no hay nadie que la admire, ¿por qué está allí? 

Los ojos se hicieron para encontrar, admirar y valorar, para recorrer la belleza de las simples cosas y de la sencillez en persona, pero es en lo que menos se centran. Se fijan en falsas hermosuras que se agotan, se extinguen porque no son verdaderas. 

Hay quienes logran ver aunque sea un poco la verdadera belleza, pero no es suficiente, apenas la notan. Al final, pasa desapercibida porque no son dignos de ella. 

Están aquellos que no se imaginan el potencial, la magnitud de aquella belleza, hasta dónde podría llegar, ni siquiera la detallan y sólo le brindan una mirada casual. 

Entonces, ¿por qué existe si nadie se da cuenta? ¿por qué sigue ahí?

La belleza es un tesoro que merece ser valorada por lo que es y no por lo que aparenta ser, debe ser admirada por unos ojos que valgan lo mismo que ella, que la merezcan. 

Pero, ¿dónde se esconden esos ojos que brillan al verla?

Al menos un par se tienen que topar con tan radiante belleza. 

Al menos alguien tiene que detenerse y apreciar semejante grandeza. 


viernes, 10 de abril de 2020

Rompecabezas



Hay quienes no tenemos un lugar y de tanto buscar permanecemos en la deriva, esperando que alguien nos mire, valore nuestra forma y nos dé un espacio donde encajar, como piezas de rompecabezas.

A veces nos dedicamos a probar, una y otra vez, piezas que se asemejan a la forma de nuestro vacío y lo único que logramos es deformar nuestro espacio, nos equivocamos al seleccionar las piezas y nos esforzamos en encajar, sin percibir que nos hacemos daño al forzar nuestros bordes y al exigir que nos reciba. 

A veces decidimos abrir nuestro corazón, inconsciente e inevitablemente y dejamos que aquellos a los que le dimos un lugar lo recorran como les venga en gana, creen que pueden irse y volver como si nada, como si el corazón fuese un pasillo con puertas batientes.

A veces nosotros mismos no valoramos nuestra forma y nos exponemos fáciles y vulnerables para aquellos que nos probaron una vez.

A medida que vamos construyendo nuestro propio rompecabezas vamos coleccionando piezas que se adosan con facilidad, como almas gemelas, sin necesidad de presionar. Sin embargo, todos somos la pieza faltante en el paisaje de alguien más, la más difícil de encontrar.
  
Somos piezas de rompecabezas.

Deseosos de pertenecer.

De tener un lugar.

De llenar un vacío.

De que nos reconozcan sin necesidad de ocupar el espacio de alguien más.