Ella se encuentra escuchando The Night We Met de Lord Huron cuando se sorprende imaginándose que estás allí, mirándola con ese típico toque de ternura. Te acercas lentamente y al llegar a ella, tus dedos se topan con los suyos y ella se estremece. Recorres su mano, el tacto de su piel, su hombro, su cuello y al llegar a su rostro, le colocas un mechón de cabello detrás de la oreja. Los nervios se notan, la electricidad los rodea, todo lo demás desaparece.
De repente, la canción ya no suena, comienza Sink into the Floor de Feng Suave. Ella lo sabe, sabe lo que conlleva y tú, aprovechando esa tensión, tomas sigilosamente su barbilla y la besas. Es un beso casto, cuidadoso, delicado. Exploras para descubrir si puedes adentrarte un poco más. No hay resistencia.
Sus labios se unen, perdiéndose el uno en el otro, tus manos quieren sentirla, hacerla tuya. Ella en cambio, no encuentra noción de lo que está sucediendo.
Decides darle suaves besos por la mandíbula, su cuello, siguiendo el camino para terminar en la clavícula y allí, en su hombro, das un juguetón mordisco. Ella emite un pequeño gemido, se está dejando llevar. Eres su perdición, es débil ante tu presencia. Los besos se vuelven más intensos, las caricias más profundas, aumenta el ritmo de la respiración.
Ella al aterrizar por un momento, al tomar aire se percata de la canción de fondo, I Feel Like I'm Drowning de Two Feet y jamás se había sentido tan muerta del deseo.
Te deslizas por toda su espalda hasta llegar a su alma desnuda. Ella es toda sensaciones, el roce de tu piel es lo único que necesita. El roce de tus labios es todo lo que la tranquiliza.
Comienza Love is a bitch y en un instante, ya no son dos, sino uno.
Dos corazones latiendo al unísono.
Tocan la puerta. La imagen se esfuma y ella se halla sola.
Apenas se recupera logra oír lo que en ese momento se reproduce, A Soulmate Who Wasn't Meant to Be - Jessica Benko y nada puede traerla tan de golpe a la realidad como esa canción.
Todo era producto de su imaginación.